Murcia conmemoraba Halloween con la tradicional fiesta de 'Tosantos', llena de elementos góticos y de terror.
El 30 de octubre en Murcia se rememora una tradición que, aunque algo desplazada por la comercialización de Halloween, conserva un carácter único: la festividad conocida como 'Tosantos' o Todos los Santos. Así lo ha expresado el periodista cultural Antonia Botías, quien destaca cómo antes de que las calabazas plásticas y el 'truco o trato' invadieran las calles murcianas, los habitantes ya honraban a los difuntos con rituales auténticamente locales.
Botías señala que, en tiempos pasados, la noche de difuntos en Murcia se caracterizaba por elementos góticos y ancestrales. Esta tierra, con su rica historia, cultivaba una manera de celebrar el paso del tiempo que, aunque evolucionara, sigue latiendo en el corazón de sus tradiciones.
El cronista enfatiza la necesidad de revalorizar esta festividad, recordando que en la víspera de Todos los Santos, es costumbre en muchas familias murcianas realizar una limpieza profunda de un cuarto, colocando sábanas limpias y encendiendo mariposas de aceite. La creencia era que las almas de los familiares regresaban a sus hogares en estos momentos sagrados.
Las abuelas instaban a los niños a guardar silencio para no perturbar a las ánimas, una advertencia que aún resuena en algunos rincones de las pedanías murcianas, aunque la tradición esté en declive. Así, aunque no se lleve a cabo con la misma intensidad, hay quienes todavía mantienen viva esta costumbre.
Antes de que los disfraces hicieran su aparición, los pequeños de la localidad recorrieron los caminos de la huerta pidiendo presentes puerta a puerta. Ellos solían cantar: “La orillica del quijal, si no me la das te rompo el portal”, refiriéndose a las pequeñas hortalizas que no cumplían con los estándares de venta.
Las respuestas de los vecinos a estas travesuras eran generosas, ofreciendo desde panochas a coronas de pipas, creando una relación comunitaria que también incluía a los adultos, quienes intercambiaban obsequios por estas fechas, especialmente a aquellos que más lo necesitaban. Sin embargo, no faltaba la travesura de algunos que, en la Noche de Muertos, disfrutaban tapiando puertas o robando macetas para sorprender a sus enamoradas.
Otra de las costumbres que se remonta a generaciones pasadas es la tradición de vaciar calabazas. Los murcianos, en un acto casi artesanal, realizaban figuras con estos frutos, que iluminaban con velas y llevaban durante la noche de Todos los Santos, apodadas “calabazas de las ánimas”.
La historia también refiere que en 1888, el periodista Díaz Cassou mencionó en 'El Liberal' que era habitual consumir gachas y arrope durante el 'Tosantos', resaltando la riqueza de una cultura que celebra la vida y la muerte en su forma más auténtica.
Especialmente famoso en la localidad era el maestro Francisco Amorós, reconocido por sus 'huesos de santo’, un dulce que solo elaboraba en esta época debido a su laborioso proceso de preparación.
En el ámbito de la gastronomía, también eran valoradas las palomitas de maíz, conocidas como “tostones”, que llenaban el ambiente con su aroma característico en los días previos a la festividad. El sabor de estas delicias es un recordatorio de la esencia de la vida murciana y sus tradiciones que, afortunadamente, han perdurado.
En el cementerio, el amaranto, conocido como “mocos de pavo”, solía adornar las tumbas. Aunque hoy en día es menos común, estas flores hablan del respeto y la memoria que los murcianos tienen hacia sus ancestros.
El ritual de los Auroros, que visitan el cementerio para cantar sus salves a los difuntos, persiste, marcando el inicio del Ciclo de Difuntos, mientras que en los campos, noviembre se convierte en un mes de respiro tras las labores de recolección y siembra.
El día de 'Tosantos' es una ocasión especial para estrenar ropa y reunirse en el camposanto, donde se renuevan los lazos entre vivos y muertos. Es un día de encuentro, donde la alegría y las historias fluyen entre las tumbas.
El repique de campanas en esta noche no es solo un anuncio de misa, sino un recordatorio de la brevedad de la existencia y la necesidad de honrar a aquellos que han partido. Durante la Noche de Ánimas, el eco de las campanas llena el aire, evocando recuerdos y creando un ambiente de reflexión que invita a recordar a quienes han dejado su huella en la vida.
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