
Un trágico evento en una estación de servicio de Lorca, Murcia, ha revivido los ecos de la violencia juvenil, avivando el debate sobre la delincuencia entre menores. Según declaraciones del padre de un joven implicado, la discusión que culminó en un asesinato se originó en un robo aparentemente trivial: un patín.
En el juicio en curso, que tiene lugar en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial bajo la presidencia del juez David Castillejo, el progenitor del menor ya sentenciado por el crimen, relató un escena desgarradora. Después de que su hijo apuñalara a la víctima en la parte trasera de la gasolinera, se le acercó con una navaja manchada de sangre, confesando: "Le he pinchado".
Este mismo tribunal ya había evaluado la culpabilidad del menor, condenándolo a cuatro años de internamiento en régimen cerrado, seguido de dos años de libertad vigilada. Tales decisiones subrayan la seriedad de los delitos cometidos por jóvenes en situaciones de conflicto.
Según el testimonio del padre, la escalofriante cadena de eventos comenzó con un conflicto previo al apuñalamiento. La víctima había, supuestamente, robado un patín a un amigo del menor. "Mi amigo vino a mi casa con un patín y, cuando se fue, el ahora fallecido se lo quitó", explicó el testigo, sugiriendo que la enemistad entre ellos estaba enraizada en este altercado.
A pesar de la escalada de la violencia, el padre negó que se dirigieran a la gasolinera en busca de la víctima, indicando que su presencia allí fue casual, atribuyendo su visita a la compra de tabaco y limonada. Sin embargo, cuando se encontraron, la víctima disparó insultos relacionados con el robo, provocando un intercambio de empujones que rápidamente degeneró en una pelea masiva.
El padre apuntó que su hijo y los otros implicados no portaban armas, añadiendo que nadie en su grupo sabía que el menor tenía una navaja. Tras el ataque, el padre tuvo una reacción comprensible de horror al ver a su hijo con el arma ensangrentada, cuestionándolo sobre lo que había hecho. "Yo me eché las manos a la cabeza y le dije: ¿qué has hecho?", recordó entre angustia.
Posteriormente, el grupo se retiró del lugar rápidamente, temiendo posibles represalias de los familiares de la víctima. Aunque se entregaron voluntariamente a las autoridades poco después, hubo confusión sobre lo sucedido con el arma del delito, ya que el testigo sugirió que, en medio del caos, podría haber sido desechada.
El testimonio del padre también abordó las dinámicas entre él y los dos adultos que están siendo juzgados junto a su hijo, admitiendo que les proporcionó dinero, pero enfatizando que no fue con la intención de que huyeran tras el crimen. "Siempre les daba dinero porque estaban conmigo", afirmó, aunque reconoció que no se interesaron en el estado de la víctima por temor.
Se reveló que la víctima consumía sustancias como cannabis y posiblemente cocaína, lo que añade otra capa de complejidad al perfil del involucrado en el conflicto. No obstante, el padre del menor insistió en que no tenía conocimiento del pincho escondido en el bastón que portaba la víctima, lo que podría haber influido dramáticamente en el desenlace de la pelea.
Durante la sesión también declaró un inspector de la Policía Nacional, quien confirmó que la brutalidad del suceso se desencadenó a las 3:19 de la madrugada, cuando se reportó a los servicios de emergencia un herido por puñaladas. Desafortunadamente, el arma utilizada en el ataque no fue recuperada, aunque se encontró el bastón que llevaba la víctima, un elemento prohibido.
El análisis del lugar del crimen por parte de los investigadores no reveló lesiones que corroboraran el uso del bastón, aunque sí se encontraron heridas que podrían ser compatibles con un ataque. Este aspecto es crucial, ya que pone en entredicho la naturaleza de la pelea y el papel desempeñado por cada uno de los involucrados.
Se ha indicado que la hermana de la víctima, que también testificó, mencionó que su hermano estaba grabando un vídeo justo antes de la pelea, pero no se obtuvo evidencia de esa grabación en el proceso judicial. Esto podría ilustrar la confusión y el caos del suceso, al tiempo que plantea preguntas sobre la naturaleza de la violencia que se desató en un ambiente donde las emociones eran intensas y las tensiones elevadas.
El panorama se complica aún más con la consideración de la relevancia de la evidencia y el comportamiento de los testigos. La narrativa sugiere un entorno juvenil donde la violencia puede surgir de conflictos aparentemente triviales, generando un ciclo de desgracia y miedo que afecta a todas las partes implicadas.
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